
La creciente tensión bélica entre Israel e Irán ha encendido las alarmas del tablero geopolítico internacional. Con Estados Unidos, Rusia, Corea del Norte y potencias regionales tomando posición, el conflicto amenaza con expandirse más allá de sus fronteras originales, reabriendo temores de una confrontación a escala global.
La noche del 13 de junio marcó un nuevo punto de inflexión en la inestable región de Medio Oriente. Aviones israelíes bombardearon objetivos estratégicos en Irán, incluidos complejos nucleares y bases militares. Tel Aviv argumentó que estas operaciones “retrasarían al menos tres años” el presunto desarrollo atómico iraní. Teherán no tardó en responder con una andanada de misiles sobre ciudades israelíes, entre ellas Haifa, dejando decenas de muertos y heridos.
Como advirtió el sociólogo Anthony Giddens en 1999 con su publicación “Un mundo desbocado: Los efectos de la globalización en nuestras vidas”. Vivimos en un mundo desbocado, donde la globalización no solo interconecta economías y culturas, sino también riesgos, conflictos y consecuencias. Una guerra en Medio Oriente no queda confinada a esa región: repercute en los mercados, en la energía, en la seguridad global y en la estabilidad política de países como Argentina. En esta era de interdependencia, ninguna nación está realmente al margen. Lo que ocurre a miles de kilómetros puede afectar el precio del combustible, los acuerdos comerciales, los posicionamientos diplomáticos… e incluso el humor social interno.
La intervención de otras potencias
La respuesta de Estados Unidos no se hizo esperar. La administración norteamericana desplegó fuerzas en el Mediterráneo oriental y reforzó su escudo antimisiles en la región, reafirmando su histórica alianza con Israel.
El presidente Donald Trump, en una aparición pública, declaró que “si esto continúa, Estados Unidos no podrá mantenerse al margen”. Aunque la actual Casa Blanca se mantiene en una postura “defensiva”, el despliegue militar genera inquietud.
En contrapartida, Rusia y Corea del Norte expresaron su respaldo a Irán. Moscú condenó los ataques israelíes y advirtió que una intervención occidental directa “podría escalar hacia una catástrofe nuclear”. Corea del Norte, por su parte, fue más tajante: calificó a Israel como una “entidad criminal” y pidió una coalición de países soberanos frente a lo que denominó “la agresión occidental”.
Gaza: la herida abierta de siempre
Mientras tanto, la franja de Gaza vuelve a ser escenario de una crisis humanitaria. Grupos armados palestinos intensificaron sus ataques contra Israel, al tiempo que continúan los bombardeos sobre infraestructura civil. Organizaciones internacionales alertan sobre el colapso del sistema sanitario y una grave escasez de alimentos y medicinas. El conflicto entre Israel e Irán reaviva tensiones en Líbano, Siria, Yemen e Irak, donde milicias aliadas a Teherán podrían sumar nuevos frentes de batalla.
¿Una nueva guerra mundial?
Analistas internacionales comienzan a hablar abiertamente de una posible “Tercera Guerra Mundial por goteo”: un conflicto fragmentado en múltiples escenarios (Medio Oriente, Europa del Este, Asia), pero entre los mismos actores: Estados Unidos, Rusia, China, y ahora también Irán e Israel.
La polarización global se acentúa. Por un lado, el bloque occidental liderado por Estados Unidos y sus aliados históricos (Israel, OTAN, Japón, Australia). Por el otro, un bloque antioccidental con Irán, Rusia, Corea del Norte y, con mayor cautela, China.
La postura argentina
En medio de esta reconfiguración internacional, Argentina ha adoptado una postura clara bajo el gobierno de Javier Milei. El presidente ha expresado su “apoyo incondicional” al Estado de Israel, al que considera “el bastión de la civilización occidental en Medio Oriente”. En abril, Milei anunció el traslado de la embajada argentina de Tel Aviv a Jerusalén, una decisión altamente simbólica y geopolíticamente sensible, al tiempo que reiteró su condena al grupo terrorista Hamas, la organización política y paramilitar palestina autodefinida como nacionalista, islamista y yihadista. Y al régimen iraní.
Argentina ha votado en contra del reconocimiento de Palestina en la ONU y, por primera vez en años, ha alineado plenamente su política exterior con la de Estados Unidos e Israel, lo que marca un cambio de paradigma respecto a gestiones anteriores. Sin embargo, esta posición genera tensiones internas y podría afectar relaciones con países árabes y socios comerciales de otras regiones. Posiblemente, China.
Un mundo más frágil
Si bien este estallido de ataques directos entre Israel e Irán evoca importantes conflictos en Oriente Medio de las últimas décadas, como la guerra entre Irán e Irak (1980-1988), las guerras árabe-israelíes (1967 y 1973) y la crisis de Suez (1956), operan con una lógica propia y conlleva consecuencias de gran alcance.
Israel e Irán libran una guerra en un mundo que ha superado la clara división Este-Oeste de la Guerra Fría.
No todas las naciones occidentales apoyan a Israel, ni todo el bloque oriental respalda a Irán. Mientras tanto, el presidente estadounidense Donald Trump es diferente a cualquiera de sus predecesores, no solo en su método, sino también en su perspectiva.
La situación en Medio Oriente no es un conflicto aislado. Se inscribe en una tendencia mayor de debilitamiento de las normas multilaterales, creciente militarización y ausencia de liderazgos globales capaces de desescalar.
La comunidad internacional observa con preocupación cómo una chispa regional de creencias religiosas e intereses políticos, podría transformarse en un incendio mundial.
En medio de esta tensión creciente, el Papa León XIV alzó su voz con un ruego urgente por la paz.
Este domingo, el Papa León XIV se pronunció sobre el conflicto en Medio Oriente y llamó a todas las partes en conflicto a cesar los ataques, señalando que “las guerras no resuelven nada y solo amplifican los problemas”. El pontífice señaló que es necesario detener la violencia antes “que se llegue a una vorágine irreparable”.
“Cada miembro de la comunidad internacional tiene la responsabilidad moral de poner fin a la tragedia de la guerra, antes de que se convierta en una sima irreparable”, manifestó el Santo Padre durante el tradicional rezo del Ángelus desde la ventana del Palacio Apostólico.
Hoy, la pregunta ya no es si habrá una guerra abierta entre potencias. La pregunta es si aún queda tiempo para evitarla.