Winden es un pueblo pequeño y pintoresco, con casitas de techos de tejas rojas que parecen flores exóticas en medio del exuberante verdor de un bosque interminable. Cualquiera creería que la gente podría pelearse por vivir en un lugar así; excepto por la lluvia copiosa y persistente que, sin aviso previo, se derrama impiadosa sobre el paisaje, por la inquietante cercanía de una central nuclear y, claro, porque desaparecen niños.
Esa es la escenografía de Dark, la primera producción alemana que Netflix incorporó a su oferta de series, surgida de la inspiración del director suizo Baran bo Odar y de la guionista y actriz Jantje Friese. Salvo aquellos que tienen la suerte de amistades que les envíen materiales por fuera de los circuitos habituales, en esta zona del mundo no conocemos a los actores ni estamos habituados al ritmo narrativo de los creadores germanos. Es bueno saber, sin embargo, que en el equipo de producción de la serie disponible en la plataforma de streaming desde el primer día de diciembre están Quirin Berg, Max Wiedermann y Justyna Müsch, responsables de La vida de los otros (2006), una excelente película que tuvimos la suerte de ver en Argentina.
El capítulo inaugural de Dark abre con una cita de Albert Einstein: “La distinción entre pasado, presente y futuro es solo una terca y persistente ilusión”. Si él lo dice y los creadores lo repiten, valdrá la pena tenerlo en cuenta cuando empiecen a aparecer las piezas de un rompecabezas que hay que tratar de armar a lo largo de diez episodios que dejan un mensaje inquietante y a una audiencia lista para nuevas temporadas.
El detonante de la acción dramática es la desaparición de dos niños… ¿En una ciudad tan pequeña? Es extraño, y la historia se oscurece aún más cuando uno de los personajes advierte que los que claman por respuestas deberían preguntarse cuándo para tratar de establecer cómo, por qué y dónde.
Más de uno ha querido encontrar en Dark elementos de Stranger Things, pero sus creadores abrevaron en fuentes algo más remotas: hay en uno de los episodios hasta una mención expresa a Volver al Futuro y en todos y cada uno de los capítulos, se respira ese aire cargado de acechanzas de los mejores capítulos de Lost.
Sin embargo la serie alemana es original y va por otros caminos. Sus criaturas se mueven en medio de la boscosa geografía del pueblito alemán aunque lo único permanente es la lluvia y el follaje, el resto cambia y el espectador tiene que acomodarse a tres escenarios que se ubican en 1953, 1986 y 2019.
En las tres épocas destaca la presencia de la central nuclear y su proximidad con el pueblo como una eterna promesa de progreso, de empleo y de inquietud y miedo. Widen tiene también entre la zona urbana y el bosque una cueva que atemoriza como si se tratara de la boca de un monstruo y cosas muy extrañas suceden con algunos de sus animales.
Mientras el espectador intenta acomodarse a la sugerencia de la pregunta correcta para descubrir el misterio, un par de personajes se plantean un interrogante viejo como el mundo que tarde o temprano los seres humanos estamos condenados a hacernos: ¿Se puede cambiar el destino? ¿Si ese día tomaba por otro camino, si me subía a ese tren, si no salía de casa?
Aunque los nombres no signifiquen mucho por ahora, seguro habrá que tener en cuenta el elenco de Darkporque el éxito de este primer envío abrirá las puertas a nuevas producciones. Es imposible no simpatizar con la causa de Jonas Kahnwald, el adolescente interpretado por Louis Hofmann o vivir pendiente de la evolución de Ulrich Nielsen (Oliver Masucci).
Los personajes de Dark hacen honor al nombre de la serie porque la vida no les da tregua, sin importar la edad que tengan. Son niños solitarios y tristes, adolescentes cargados de preguntas sin respuestas y adultos que no consiguen reconciliarse con su propia historia ni la de su entorno. Ese mundo oscuro y desangelado es, sin embargo, un espectáculo atractivo y cargado de promesas que terminan cumpliéndose para el más exigente de los espectadores.